domingo, 2 de diciembre de 2012

José Luis Borau



B, de Borau
El sillón be mayúscula, B, de la Real Academia de la Lengua se ha quedado triste. Triste de letras, historias, guiones, y, sobre todo,de cine... Avaro de séptimo arte, cuatro años le han sabido a poco a este sillón. Sobre todo, porque otro personaje repleto de cine, ya ocupó su lugar, y, también se marchó (F. Fernán Gómez). La muerte de José Luis Borau ha dejado nuestra tierra huérfana, una vez más. Nacido en Zaragoza, (1929), comenzó como crítico de cine en el “Heraldo de Aragón”, y abandonó la carrera de Derecho, para estudiar cinematografía en Madrid. Algo que aquellos que amamos el cine, agradecemos enormemente; cambiamos con toda tranquilidad, un abogado, por un cineasta. Su filmografía no es extensa, y nada conocida, no ha sido un director mediático, ni ha sucumbido a las glorias fáciles de un cine comercial, socorrido y sin tribulaciones. Todo lo contrario, su cine está cargado de negrura, retorcidos rizos reflejando la realidad, sociedad reflejada en un charco, no en agua cristalina.

Furtivos
Furtivos (1975)
Duración: 99 min. Director: José Luis Borau. Guión: Manuel Gutiérrez Aragón & José Luis Borau. Música: Vainica Doble. Fotografía: Luis Cuadrado. Reparto: Lola Gaos, Ovidi Montllor, Alicia Sánchez, Ismael Merlo, José Luis Borau, Felipe Solano, Antonio Gamero.
Ángel es un cazador furtivo. Vive en un bosque con su madre, tiránica y violenta. En una de sus escasas escapadas a la ciudad, conoce a Milagros, una joven escapada de un reformatorio, amante de un conocido delincuente, llamado “El Cuqui”. Ángel la protege, desde la atracción que le empuja a no razonar, y enfrentarse a su madre. Un triángulo claustrofóbico entre los personajes, que desemboca, irremediablemente, en un drama anunciado.
Una película antigua, de 37 años. A pesar de que fuera realizada en los últimos coletazos de la dictadura, aún hoy, parece increíble que la censura no se fijara en ella, no la marcara con el rojo lápiz en el guión, o pudiera desatar la tijera más sedienta. Simplemente pasó, o no supieron leer entre líneas la crudeza que asomaba. La crítica a una España con sus miserias y atrasos, en todos los aspectos. Una metáfora sobre la ausencia de libertad, en la que uno se puede rebelar contra la opresión, o seguir sumiso ante la figura que hace sombra al libre albedrío. Las comparaciones posibles, y sin posibilidad de exagerar, pueden hacerse con “Danzad, danzad, malditos”, (Sydney Pollack, 1969), o “Perros de paja”, (Sam Peckinpah, 1971), por supuesto, con sentido español, y salvando algunas cuestiones, qu son puramente tecnicas. Toda la violencia se incrementa progresivamente, se va mascando la tensión, el bosque acecha, un personaje más, que amenaza, y quiere engullir a aquellos que penetren en él. Borau, si algo poseía, era la idea de que el espectador es inteligente, que no necesita todos los datos, que puede reconstruir él sólo el rompecabezas, montar en su mente aquello que no se ha explicitado.
Una gran pérdida. Esta semana pasada ha sido terrible para el mundo del cine, y del espectáculo: Miliki, Tony Leblanc, y Borau.