jueves, 27 de mayo de 2010

Robin Hood

Robin Hood (2010)

Duración: 140 min. Director: Ridley Scott. Guión: Brian Helgeland (Historia: Brian Helgeland, Ethan Reiff, Cyrus Voris). Música: Marc Streitenfeld. Fotografía: John Mathieson. Reparto: Russell Crowe, Cate Blanchett, William Hurt, Max von Sydow, Mark Strong, Matthew Macfadyen, Danny Huston, Oscar Isaac, Eileen Atkins, Lea Seydoux, Mark Addy, Kevin Durand, Scott Grimes.

Inglaterra, siglo XIII. Robin, al servicio del rey Ricardo, lucha contra las tropas francesas. Cuando el rey muere, se traslada a Nottingham, ciudad gobernada por un “sheriff” corrupto, que exige impuestos desorbitados. Robin se enamorará de lady Marion, la cual desconfía de la verdadera motivación del cruzado de los bosques, quien reúne un grupo de mercenarios, para encabezar una rebelión que alterará el equilibrio del poder, hostigando a los representantes de la corona para corregir las injusticias y la corrupción.

Estamos ante otra película del fenómeno de las “precuelas”, intentar explicar antecedentes y orígenes de un personaje de ficción, con supuesta base histórica. La industria del cine, a falta de buenos guionistas y contadores de historias, recurre constantemente a reelaborar personajes que están muy “trillados”. En el caso de Robin Hood, tenemos múltiples exponentes de adaptación del personaje: “Robin de los bosques”, de Douglas Fairbanks (1922), y la homónima de Michael Curtiz (1938), con Errol Flyn. También hemos contemplado a Robin, como un zorro, gracias a la factoría Disney.

“Robin Hood”, es el nuevo trabajo de Ridley Scott, un director irregular, con grandes películas, (“Blade Runner” de 1982, o “Alien, el octavo pasajero” de 1979), y otras menos brillantes, (“El reino de los cielos” de 2005, o “Un buen año” de 2006).

En este caso, toca declive, dado que este film, aporta escenas de batalla, una trama más o menos dudosa y un refrito histórico. Asistimos a una adaptación de la historia, para mayor gloria de un personaje.

Cuando debería ser lo contrario.

Por otra parte, en este tipo de películas, existe algo así como una necesidad de parar la narración, con secuencias cercanas a un monólogo interior del protagonista, que no terminan de encajar. Con Robin, se ha intentado plasmar una personalidad más oscura que las acostumbradas de “leotardos y pluma en el gorro”. Robin es interpretado por Russell Crowe, quien resulta un poco mayor para representar a un joven aventurero. Como protagonista, Crowe, no brilla lo suficiente, ni transmite fuerza.

Por otro lado, Cate Blanchett, en el papel de Lady Marion, no parece ser la protagonista de las dos entregas de “Elizabeth”, ya que aparece bastante apagada en la pantalla.

Del resto del reparto, destacar las actuaciones de Max Von Sydow; y Oscar Isaac, como el caprichoso y neurótico príncipe Juan que logra un buen nivel.

La banda sonora de Marc Streitenfeld habitual del director, firma una música convencional, pero que funciona.

Para remate, el hecho de que se intente dejar abierta la posibilidad de una segunda parte, para conseguir el máximo rendimiento económico de la producción.

Una película entretenida, en fin, en la que el director ha pretendido atraer público, cuanto más, mejor, antes que ofrecer calidad, y ello resta una considerable fuerza al film.

jueves, 20 de mayo de 2010

Welcome

Welcome

Duración: 110 min. Director: Philippe Lioret. Guión: Philippe Lioret, Emmanuel Courcol, Olivier Adam. Música: Nicola Piovani, Wojciech Kilar, Armand Amar. Fotografía: Laurent Dailland. Reparto: Vincent Lindon, Firat Ayverdi, Audrey Dana, Patrick Ligardes, Thierry Godard, Selim Akgül, Firat Celik, Murat Subasi, Olivier Rabourdin, Yannick Renier, Derya Ayverdi.

2009: Festival de Gijón: Premio: Mejor guión.



Un joven de 17 años, procedente del kurdistán iraní, intenta llegar a Inglaterra. En su caso, no por la esperanza de una vida mejor, sino por reunirse con su novia, recién emigrada a Londres. Su camino se detiene en Francia, donde no consigue cruzar el Canal de la Mancha, y contempla la otra orilla desde Calais. El joven decide cruzar el canal a nado.

34 kilómetros, y más de 5 horas de aguas gélidas y fuertes corrientes. Para cumplir su objetivo, comienza por aprender a nadar en una piscina municipal. Allí conoce a Simón, un campeón olímpico dedicado a la enseñanza de la natación. Simón posee sus propios problemas, un proceso de divorcio, y la soledad. Simón ayudará al joven, arriesgándolo todo, entendiendo que él ha perdido a su mujer, sin hacer lo suficiente, y viendo cómo un joven daría su vida por reencontrarse con su amada.

Esta historia, con tintes dramáticos, aborda la temática de la inmigración desde una perspectiva diferente. No es la búsqueda de “la tierra prometida”, de la esperanza de una vida mejor, o de los sueños de triunfo que tantas películas han tratado, con la misma problemática social.

Algo más sobrevuela en la narración: El amor y la soledad. Soledad, del que sí vive en Europa y ha perdido su pareja; y amor, de aquel que, llegando como puede a occidente, quiere compartir una vida con la persona que ama. En el film, contemplamos, casi en segundo plano, toda la realidad de la inmigración: En forma de represión, intransigencia, intolerancia, y en muchos casos, la indiferencia sobre este hecho. Una combinación de emociones, trasfondo social, con tono intimista, para relatar la búsqueda de la felicidad.

El director Philippe Lioret, (“Tombés du ciel” de 1993), realiza un buena pelúcula, apoyado en un sólido montaje, dado que su metraje no pierde intensidad. Y con una trama simple, mantiene la atención en todo momento. Algún pequeño maniqueísmo en el tratamiento social, más tópicos presentes, pero sin caer en lo puramente “sensiblero”. La fotografía de Laurent Dailland ayuda, en algunas escenas, a una estructura cuasi documental.

Las interpretaciones son excepcionales: Tanto en el caso del joven kurdo, Firat Ayverdi, comedido y convincente, con una expresión mitad miedosa, mitad de atrevimiento, como en el de Vincent Lindon, (Simón), actor veterano del cine francés, que realiza un papel maravilloso, alzándose conforme pasan los minutos.

La inmigración puede regularse burocráticamente, en cambio la migración como concepto, supera lo político, dado que el impulso humano de subsistencia, desborda cualquier estructura o ideología. Una muy buena producción francesa, heredera de la Nouvelle Vage, y de los propósitos de “Dogma 95”, demostrando que no se necesitan grandes medios, ni complicadas tramas, para “enganchar” al espectador, y agitar su conciencia.

jueves, 13 de mayo de 2010

Soul Kitchen

Soul Kitchen (2009)

Duración: 99 min. Director: Fatih Akin. Guión: Fatih Akin, Adam Bousdoukos. Música: Varios. Fotografía: Rainer Klausmann. Reparto: Adam Bousdoukos, Moritz Bleibtreu, Birol Ünel, Anna Bederke, Pheline Roggan, Lukas Gregorowicz, Dorka Gryllus, Wotan Wilke Möhring, Demir Gökgöl, Monica Bleibtreu, Marc Hosemann, Cem Akin, Catrin Striebeck, Jan Fedder, Ugur Yücel, Philipp Baltus, Udo Kier.

Zinos, un inmigrante de origen griego, es el dueño de un restaurante en Hamburgo, frecuentado, por todo tipo de personajes extraños, más receptivos a la comida basura que a los suculentos platos que va a ofrecer el Soul Kitchen.

Todo cambia, y se transforma. La novia de Zinos, Nadine, se ha mudado a Shanghai.

Un nuevo cocinero se hace cargo de la cocina. El hermano de Zinos acaba de salir de la cárcel. Y unos especuladores acechan, pretendiendo hacerse con el negocio para construir viviendas.

El director Fatih Akin, (“Contra la pared”, 2004), exponente del cine social y multicultural europeo, harto de tragedias y dramas sociales, cambia de registro para ofrecer una comedia.

Pero, por el camino, no pierde toda su mirada crítica. Sigue aportando situaciones y personajes que conoce, que le son cotidianos.

W. Allen afirma que la comedia, es igual a la suma de tragedia más tiempo. En el caso de Akin, el tiempo lo cambia por retorcimiento, tragedia torcida para provocar la risa.

Personajes perdedores y antihéroes, pululan por el restaurante, con su villano estereotipado.

Si Allen tiene Manhattan, Akin tiene Hamburgo, su ciudad natal, que retrata en los films, aunque, en este caso, la crudeza y la sordidez, sólo se presentan en segundo plano.

En el reparto, incondicionales del director. En primer lugar, Adam Bousdoukos, co-guionista, junto a Akin, de esta película, en el papel de Zinos, llevando el peso de la historia. Todo funciona gracias a su interpretación, ya que es la única interpretación que hace de amalgama, que sirve de engranaje con el resto.

Hacemos mención especial del hermano ludópata y DJ, de Zinos, Moritz Bleibtreu, en un papel divertido, realizado con precisión y credibilidad, que altera los tópicos.

Los demás, sirven para construir la comedia, sin más mérito.

Si bien, no precisamos de muchas referencias para poder comparar con otras interpretaciones, dado que son actores desconocidos, fuera del cine alemán o francés: Pheline Roggan, como novia del protagonista; Birol Ünel, como el brillante y antisocial cocinero, que recuerda a otro cocinero peculiar de la serie de T.V. “Doctor en Alaska”.

Conflictos personales, enredos y gags, para una comedia coral simpática y positiva, que enseña a superar adversidades, a distinguir el auténtico camino, cuando todo parece acontecer negativamente.

Una historia que se sustenta con una idea del propio Fatih Akin: Sin alimento, morimos, y sin música igualmente podemos morir..., sobre todo si no conseguimos alimentar el espíritu...

miércoles, 5 de mayo de 2010

En el límite del amor

En el límite del amor (The Edge of Love, 2008)

Duración: 110 min. Director: John Maybury. Guión: Sharman Macdonald . Música: Angelo Badalamenti. Fotografía: Jonathan Freeman. Reparto: Keira Knightley, Sienna Miller, Matthew Rhys, Cillian Murphy, Camilla Rutherford.

La película nos acerca la figura del poeta Dylan Thomas, una de las figuras más importantes de la literatura inglesa de la primera mitad del siglo XX.

No es un biotopic, (película biográfica), sino más bien, se ha utilizado la figura de Dylan, como pretexto, para un film que se centra en la relación a cuatro bandas que mantuvo el poeta con su mujer, con una amiga de la infancia, Vera, y con el marido de ésta.

Vera Phillips y Dylan Thomas, pareja en la adolescencia, se reencuentran diez años después, en Londres, durante la II Guerra Mundial. La magia renace entre los dos, pero Dylan ya está casado con la alegre y aventurera Caitlin.

A pesar de que las dos mujeres aman al mismo hombre, se hacen amigas y cómplices. Vera acaba casándose con William, y mientras él combate fuera del país, ella decide regresar a su Gales natal con sus amigos, y allí la batalla entre su corazón y su cabeza se intensifica.

Empieza a ser preocupante que las películas lleguen con dos años de retraso a las pantallas, no sabemos si es bueno, o malo.

Así pues, con retraso, aparece “En el límite del amor”, película dirigida por John Maybury, (“The Jacket”, de 2005), más conocido por realizar el mítico videoclip de Sinnead O´Connor: “Nothing compares to you”.

Al director se le ha ido un poco la mano con el metraje, sin embargo, los últimos 15 minutos salvan bastante este trabajo.

Maybury, no domina las sutilezas, todo acontece con previsibilidad. Aunque sí la técnica,no cabe duda; pero se aproxima demasiado a una serie de televisión, no puede eludir ese tono.

La guionista, Sharman Macdonald, curiosamente, madre de Keira Knightley, no se da cuenta de que un guión de cine, no es una obra de teatro, y que no se puede insertar frases poéticas sin venir a cuento, o intentando dar un toque lírico, que no se acopla bien con lo visual.

Por otra parte, el guión está basado en la verdadera historia de los abuelos de la productora Rebekah Gilbertson, los auténticos Vera y William.

El reparto tiene unas buenas interpretaciones. En el caso de Sienna Miller, excelente, una de sus mejores. Keira Knightley, muy convincente, y mantiene una buena química con su compañera de reparto.

En cuanto a los elementos masculinos, a nuestro parecer, no están a la altura,

Cillian Murphy no desempeña un papel muy honroso, precisamente. Y Matthew Rhys, (Dylan), se salva por la mínima.

Jonathan Freeman aporta su toque personal en la fotografía, acertando plenamente.

Y una mención especial a la música, realizada por el gran Angelo Badalamenti, del que seguramente todos recordaremos la música de “Twin Peaks”.

Recomendable en su justa medida, y siempre es mejor ver esta película, que los innumerables y adocenados films de violencia gratuita, de los cuales siempre está llena la cartelera...