jueves, 23 de febrero de 2012

La triunfadora de los Goya: No habrá paz para los malvados


La triunfadora de los Goya

No habrá paz para los malvados (2011)


Duración: 104 min. Director: Enrique Urbizu. Guión: Michel Gaztambide, Enrique Urbizu. Música: Mario de Benito. Fotografía: Unax Mendía. Reparto: José Coronado, Rodolfo Sancho, Helena Miquel, Juanjo Artero, Pedro María Sánchez, Nadia Casado, Younes Bachir, Karim El Kerem, Abdel Ali El Aziz, Nasser Saleh, Juan Pablo Schuck, Eduard Farelo.
Premios: 2011: 6 Premios Goya, incluyendo mejor película, director y actor.

Madrid, principios del siglo XXI. Un día, el inspector de policía Santos Trinidad, volviendo a casa muy borracho, se ve involucrado en un triple asesinato. Pero, hay un testigo que consigue escapar y que podría incriminarlo. Santos emprende una investigación, destinada a localizar y eliminar al testigo. Mientras tanto, la juez Chacón, encargada de la investigación del triple crimen, avanza meticulosamente en la búsqueda del asesino, hasta que descubre que lo que parecía un simple caso de tráfico de drogas es, en realidad, algo mucho más peligroso.
Los premios Goya, han dejado como vencedora a esta película, “No habrá paz para los malvados”. Y, quizá, ha sido derrotada la película de Pedro Almodovar, quien, suponemos se volvió algo decepcionado, por no llevarse ni la mejor dirección, ni película.
Enrique Urbizu, (“La caja 507”, “Todo por la pasta”), ha encontrado la llave maestra para su consagración en el cine español. Utilizar un género policiaco, y una historia, que nos han contado mil veces. Un villano, un asunto turbio, y una investigación. Es el cómo no lo cuenta, la gran aportación de este director: Crudeza y desgarradoras escenas. Una película fría, áspera, con tintes amargos, una oscuridad que nos envuelve, y unos personajes salidos del averno. Sin embargo, el ritmo, no es el esperado. Falta, justamente, lo que el tráiler anuncia: Acción y Rock & Roll… Si bien, Urbizu, plantea un personaje oscuro, alcohólico, sin escrúpulos, del que quedan muchos interrogantes, quiere envolver en un aire de misterio al protagonista, y no termina de funcionar. Además, Urbizu, desde luego, está lejos de los hermanos Coen, (“No Country for Old Men”, 2007), aunque imite planteamientos, o se inspire directamente.
Lo que salva buena parte del todo, es José Coronado. Antiguo galán de películas españolas, y prolífico actor de televisión, ha encontrado un papel excepcional, y una oportunidad de demostrar que sabe su oficio. El Goya al mejor actor, está sobradamente justificado, sobre todo, si miramos el trabajo de aquellos con quienes tenía que competir: Antonio Banderas, (muy sobreactuado en “La piel que habito”), Luis Tosar, (no a la misma altura que en las dos ocasiones, en las que sí ganó), y Daniel Brühl, (“Eva”, quien hubiera podido ser igual de merecedor del premio, pero todavía tiene poca trayectoria). Sin duda, Coronado, es justo ganador, por crear matices a su personaje, dotarlo de misterio, cuando no lo hay, y por enseñar que el cine español puede crear un icono de malvado para recordar durante mucho tiempo.
El resto del reparto, poco reseñable, pero sí hay un gran descubrimiento, Helena Miguel, por su papel de la juez Chacón: realiza una gran interpretación, y augura una brillante trayectoria.
Urbizu, se alzó con los premios Goya, a la mejor película, y a la mejor dirección. Merecidos galardones, (siempre en comparación con lo que hay, claro), aunque si consideráramos que este film, u otros, también patrios, tuvieran que competir en “otro nivel”, se irían con las manos vacías.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Un dios salvaje


Un dios salvaje (Carnage, 2011)

Duración: 79 min. Director: Roman Polanski. Guión: Roman Polanski, Yasmina Reza (Obra teatral: Yasmina Reza). Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Pawel Edelman. Reparto: Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly.


Dos niños de unos once años se enfrentan, discuten, y uno de ellos le golpea con una rama. Labios hinchados y algún diente roto…. Los padres de la “víctima” han invitado a su casa, a los padres del niño agresor, para resolver el conflicto. Intentan resolver el asunto civilizadamente. Pero, lo que comienza siendo una charla con bromas y frases cordiales, adquiere un tinte más violento, un auténtico volcán, en el que todos arremeten contra todos, a medida que los padres van revelando sus ridículas contradicciones y grotescos prejuicios sociales. Las dos parejas sacan ese dios salvaje que el ser humano lleva dentro.


Es curioso, que sean directores con más de 75 años, los que tengan que aportar buen cine es estos tiempos, Woody Allen, o, en este caso, Roman Polanski. Y que sean ellos, los que destaquen con una crítica social, más feroz, que los jóvenes directores.


“Un dios salvaje” es la adaptación de la obra teatral de Yasmina Reza, quien ha colaborado con el director en la adaptación al cine. El film enseña con maestría, en un espacio pequeño, y cuatro actores, auténtico cine, sin artificios, alejados de golpes efectistas, sólo diálogo, conversaciones que van a la deriva, desde un punto de partida, el enfrentamiento de los hijos, hasta entablar discusión sobre la sociedad, el matrimonio, la violencia... Con una complicada y diseñada puesta en escena, una planificación absoluta de los movimientos de cámara, y del sitio exacto dónde deben estar los actores. Polanski recuerda a “La soga” de Alfred Hitchcock, en el tratamiento de los espacios, las conversaciones, y en los recursos . Además, añadir, que los planos estéticamente son impecables, fotográficos, en las que existe un dominio del equilibrio con una buena composición, y, a la vez movimiento, rotaciones, poco estatismo. Los actores cambian de sitio constantemente, a pesar del reducido espacio, nunca están quietos. Y el reparto, es indudablemente, un gran acierto, Jodie Foster, realiza una gran interpretación, que se ajusta perfectamente a su papel, aunque quizá, en algunos momentos sobreactúa. Por otra parte, Kate Winslet, comedida en el comienzo, pero cuando tiene que mostrar signos de que el alcohol ha invadido su cuerpo, no está tan convincente. Sin embargo, Christoph Waltz, más mordaz, adicto a su móvil, en él recaen las mejores frases de cinismo, y de humor negro. John C. Reilly, demuestra que es un gran actor, al que no se le ha dado los papeles adecuados, ni el protagonismo que merece.


Lo más interesante del film es cómo los personajes, a lo largo de los 79 minutos, y en tiempo real, evolucionan, se desinhiben. Unas veces, son hombres contra mujeres, al siguiente paso, son todos contra uno, y a los cinco minutos, se retuercen contra otro. Maravilloso el estudio sociológico al que nos lleva Polanski, viendo cómo cuatro personas son capaces de cambiar de bando, a cada tema.


Una obra maestra, una genial adaptación, una dirección medida, y que será digna de estudio. Se supera en cada película. Además, atentos al aleccionador final: Una moraleja, un gran epílogo, al filo de los títulos de crédito finales, da la última punzada, a lo que se nos ha contado.


jueves, 9 de febrero de 2012

J. Edgar


J. Edgar (2011)

Duración: 136 min. Director: Clint Eastwood. Guión: Dustin Lance Black. Música: Clint Eastwood. Fotografía: Tom Stern. Reparto: Leonardo DiCaprio, Naomi Watts, Josh Lucas, Judi Dench, Armie Hammer, Ed Westwick, Dermot Mulroney, Lea Thompson, Jeffrey Donovan, Michael Gladis, Stephen Root.

En 1924, con sólo 29 años, Edgar Hoover fue nombrado director general del FBI, para potenciarlo, reorganizarlo, y convertirlo en una institución moderna, eficaz y respetada. Ocupó el cargo hasta su muerte en 1972, sobreviviendo a ocho presidentes, alguno de los cuales, intentó inútilmente destituirlo. Los archivos que Hoover guardaba celosamente, llenos de secretos inconfesables, sobre importantes personalidades, lo convirtieron en uno de los hombres más poderosos y temidos, de la historia de los Estados Unidos.

J. Edgar Hoover: Un hombre que guardaba celosamente la cara oculta de las personas públicas, y que inauguró un sistema de archivos policiales. También incorporó un fichero con las huellas dactilares, de todas las personas del país. Algo avanzado para su tiempo. Así mismo, habilitó despachos, (antes, zonas para fumadores), y diversas estancias, para crear los famosos laboratorios del FBI, donde se estudian las pruebas del delito, hoy, más conocidos, por las series televisivas de C.S.I.

Clint Eastwood, director de títulos memorables recientes, como “Mystic River”, (2003), o “Million Dollar Baby”, (2004), ha apostado por una biografía crítica, algo confusa, con selección de pasajes de la vida de J. Edgar Hoover. Decimos que la película puede infundir confusión, por una narración con escasa línea temporal, en el que los flashback, nos aturden y despistan. Clint Eastwood, apela a la inteligencia de los espectadores, pero en dos horas de metraje, es inevitable perderse, y, en algunos momentos, no saber en qué puntol nos encontramos. Además, requiere poseer conocimientos sobre la historia reciente de EEUU, personas, y acontecimientos internos, que nada tienen que ver con los libros de historia, sino, más bien, con una intrahistoria.

Interesante resulta la incorporación de temas personales: Su madre, quien marcará la vida de Hoover con un carácter égolatra; o la supuesta homosexualidad, en la relación de trabajo/amistad que mantiene con Clyde Tolson. Además, en 1993, Anthony Summers, publicó un libro en el que planteaba claramente la orientación sexual de Hoover, del que se hace eco el guionista del film, Dustin Lance Black.

En cuanto al reparto, lo sentimos, pero estamos en desacuerdo con aquellos que consideran una buena actuación de Leonardo DiCaprio. Nunca ha sido santo de nuestra devoción, y en este film, menos todavía. Si bien, es cierto que el maquillaje, no ayuda nada. Un trabajo de caracterización bastante deficiente, para ser una producción de Hollywood, y, algo insólito en el director. Igualmente ocurre con Armie Hammer, una buena actuación, pero un maquillaje deplorable, en el personaje de Tolson anciano. Destacar el papel de Helen Gandy, interpretada por Naomi Watts, quien hace de secretaria de Hoover, sabiendo que su jefe, es despiadado y arrogante, y sin embargo ha logrado transmitir la admiración que sentía por él.

En definitiva, la película, no está a la altura del director, resultando algo aburrida y confusa, en su planteamiento narrativo.




jueves, 2 de febrero de 2012

Una boda de muerte


Una boda de muerte (A Few Best Men, 2011)

Duración: 97 min. Director: Stephan Elliott. Guión: Dean Craig. Música: Guy Gross.

Fotografía: Stephen F. Windon. Reparto: Xavier Samuel, Laura Brent, Olivia Newton-John, Kris Marshall, Kevin Bishop, Tim Draxl.

David, que está a punto de casarse con Mia, viaja con sus amigos hasta el pueblo de su novia, en el “outback” australiano, donde tendrá lugar la ceremonia. El padre de Mia, es un rico senador australiano; sin embargo, la madre, resulta ser una mujer algo alocada, aficionada a la cocaína y al alcohol. Los amigos de David, son los padrinos. Uno, Tom, un pasota que acaba de perder a su novia. El otro, Graham, un hipocondríaco acomplejado. En principio, los padres de Mia, reciben a David y a sus amigos, con los brazos abiertos. Pero en la despedida de soltero, las cosas se desmadran y la boda no resulta ser lo que debiera.

Abundan las películas sobre “desmadres”. Un subgénero que gana ejemplos y diferentes tratamientos, con un elemento en común: Ironizar, crear lo absurdo, mostrar el lado cómico, incluso cuando no lo hay. Viajes surrealistas, “RoadTrip”, (2000, Todd Phillips), funerales en los que todo empieza mal, y acaba peor, “Un funeral de muerte”, (2007, Frank Oz). Reuniones familiares diversas, en las que el simple hecho de volver al nido,constituye un trauma, por razones constatadas, “A casa por vacaciones”, (1995, Jodie Foster). Despedidas de soltero diversas, predominando malos recuerdos, fatales consecuencias, y una novia enfadada, “Resacón en Las Vegas”, (2009, Todd Phillips). Y otro film, que puede considerarse premonitorio: “Very Bad Things”, (1998, Peter Berg). Y la conjunción de todas, y su predecesora, “Cuatro bodas y un funeral”.

“Una boda de muerte”, comparte el mismo guionista de su “gemela”, menos lúdica en su título: “Un funeral de muerte”. El planteamiento es el mismo, un momento familiar íntimo, las fatalidades del abuso de psicotrópicos, alcohol, interacción de los personajes más diversos, algunos sin posibilidad de catalogación... Una despedida de soltero, desmadrada, y la reacción consiguiente. Es otra más, dentro del catálogo de películas cómicas sobre cuestiones sociales, y cómo la planificación y las esperanzas depositadas en un día tan especial, se ven truncadas, o al menos, alteradas.

El director, Stephan Elliott, quien comenzara su carrera con “Priscilla, Reina del desierto” (1993), es un habitual de la comedia, situando a sus personajes fuera de lugar, en parajes solitarios, en los que la modernidad no ha llegado, y no se comprende el estilo de vida de los urbanitas. También señalar que Elliot, se ganaba la vida grabando ceremonias en vídeo, y se nota en la puesta en escena, y en el conocimiento de cómo funcionan las cosas en tales eventos.

Quizá entendemos que una boda, es ya, por definición, algo alegre, donde predomina el aire festivo, lo que origina, en algunos momento, que el intento de sarcasmo e ironía, no termine de funcionar. Si en “Un funeral de muerte”, el humor era más fino, más sutil, en la repetición del planteamiento, una ceremonia nupcial, lo cómico se ha transformado en algo grotesco, y, en algún momento, escatológico.

Hablando del reparto, creemos que no hay posibles reseñas de los protagonistas. Todos cumplen su cometido, no destacan, y no serán recordados por su trabajo en este film. Pero, otra opinión muy distinta, nos merece Olivia Newton-John, quien participó en la película, por su amistad con el director y guionista, en un situación hecha para reírse de ella misma, para descubrirla en un papel impensable. Igual mención, o casi, debería poseer el carnero, oveja, o similar, que hace las apariciones más graciosas, en el momento menos esperado.

En definitiva, “Una boda de muerte”, cumple su papel en la cartelera, y, sobre todo, en nuestro entretenimiento, ya asegurado. Incita a la risa, a evadirnos, bien por la comicidad de los personajes, o por lo absurdo de cada secuencia.