jueves, 2 de febrero de 2012

Una boda de muerte


Una boda de muerte (A Few Best Men, 2011)

Duración: 97 min. Director: Stephan Elliott. Guión: Dean Craig. Música: Guy Gross.

Fotografía: Stephen F. Windon. Reparto: Xavier Samuel, Laura Brent, Olivia Newton-John, Kris Marshall, Kevin Bishop, Tim Draxl.

David, que está a punto de casarse con Mia, viaja con sus amigos hasta el pueblo de su novia, en el “outback” australiano, donde tendrá lugar la ceremonia. El padre de Mia, es un rico senador australiano; sin embargo, la madre, resulta ser una mujer algo alocada, aficionada a la cocaína y al alcohol. Los amigos de David, son los padrinos. Uno, Tom, un pasota que acaba de perder a su novia. El otro, Graham, un hipocondríaco acomplejado. En principio, los padres de Mia, reciben a David y a sus amigos, con los brazos abiertos. Pero en la despedida de soltero, las cosas se desmadran y la boda no resulta ser lo que debiera.

Abundan las películas sobre “desmadres”. Un subgénero que gana ejemplos y diferentes tratamientos, con un elemento en común: Ironizar, crear lo absurdo, mostrar el lado cómico, incluso cuando no lo hay. Viajes surrealistas, “RoadTrip”, (2000, Todd Phillips), funerales en los que todo empieza mal, y acaba peor, “Un funeral de muerte”, (2007, Frank Oz). Reuniones familiares diversas, en las que el simple hecho de volver al nido,constituye un trauma, por razones constatadas, “A casa por vacaciones”, (1995, Jodie Foster). Despedidas de soltero diversas, predominando malos recuerdos, fatales consecuencias, y una novia enfadada, “Resacón en Las Vegas”, (2009, Todd Phillips). Y otro film, que puede considerarse premonitorio: “Very Bad Things”, (1998, Peter Berg). Y la conjunción de todas, y su predecesora, “Cuatro bodas y un funeral”.

“Una boda de muerte”, comparte el mismo guionista de su “gemela”, menos lúdica en su título: “Un funeral de muerte”. El planteamiento es el mismo, un momento familiar íntimo, las fatalidades del abuso de psicotrópicos, alcohol, interacción de los personajes más diversos, algunos sin posibilidad de catalogación... Una despedida de soltero, desmadrada, y la reacción consiguiente. Es otra más, dentro del catálogo de películas cómicas sobre cuestiones sociales, y cómo la planificación y las esperanzas depositadas en un día tan especial, se ven truncadas, o al menos, alteradas.

El director, Stephan Elliott, quien comenzara su carrera con “Priscilla, Reina del desierto” (1993), es un habitual de la comedia, situando a sus personajes fuera de lugar, en parajes solitarios, en los que la modernidad no ha llegado, y no se comprende el estilo de vida de los urbanitas. También señalar que Elliot, se ganaba la vida grabando ceremonias en vídeo, y se nota en la puesta en escena, y en el conocimiento de cómo funcionan las cosas en tales eventos.

Quizá entendemos que una boda, es ya, por definición, algo alegre, donde predomina el aire festivo, lo que origina, en algunos momento, que el intento de sarcasmo e ironía, no termine de funcionar. Si en “Un funeral de muerte”, el humor era más fino, más sutil, en la repetición del planteamiento, una ceremonia nupcial, lo cómico se ha transformado en algo grotesco, y, en algún momento, escatológico.

Hablando del reparto, creemos que no hay posibles reseñas de los protagonistas. Todos cumplen su cometido, no destacan, y no serán recordados por su trabajo en este film. Pero, otra opinión muy distinta, nos merece Olivia Newton-John, quien participó en la película, por su amistad con el director y guionista, en un situación hecha para reírse de ella misma, para descubrirla en un papel impensable. Igual mención, o casi, debería poseer el carnero, oveja, o similar, que hace las apariciones más graciosas, en el momento menos esperado.

En definitiva, “Una boda de muerte”, cumple su papel en la cartelera, y, sobre todo, en nuestro entretenimiento, ya asegurado. Incita a la risa, a evadirnos, bien por la comicidad de los personajes, o por lo absurdo de cada secuencia.