Un dios salvaje (Carnage, 2011)
Duración: 79 min. Director: Roman Polanski. Guión: Roman Polanski, Yasmina Reza (Obra teatral: Yasmina Reza). Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Pawel Edelman. Reparto: Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly.
Dos niños de unos once años se enfrentan, discuten, y uno de ellos le golpea con una rama. Labios hinchados y algún diente roto…. Los padres de la “víctima” han invitado a su casa, a los padres del niño agresor, para resolver el conflicto. Intentan resolver el asunto civilizadamente. Pero, lo que comienza siendo una charla con bromas y frases cordiales, adquiere un tinte más violento, un auténtico volcán, en el que todos arremeten contra todos, a medida que los padres van revelando sus ridículas contradicciones y grotescos prejuicios sociales. Las dos parejas sacan ese dios salvaje que el ser humano lleva dentro.
Es curioso, que sean directores con más de 75 años, los que tengan que aportar buen cine es estos tiempos, Woody Allen, o, en este caso, Roman Polanski. Y que sean ellos, los que destaquen con una crítica social, más feroz, que los jóvenes directores.
“Un dios salvaje” es la adaptación de la obra teatral de Yasmina Reza, quien ha colaborado con el director en la adaptación al cine. El film enseña con maestría, en un espacio pequeño, y cuatro actores, auténtico cine, sin artificios, alejados de golpes efectistas, sólo diálogo, conversaciones que van a la deriva, desde un punto de partida, el enfrentamiento de los hijos, hasta entablar discusión sobre la sociedad, el matrimonio, la violencia... Con una complicada y diseñada puesta en escena, una planificación absoluta de los movimientos de cámara, y del sitio exacto dónde deben estar los actores. Polanski recuerda a “La soga” de Alfred Hitchcock, en el tratamiento de los espacios, las conversaciones, y en los recursos . Además, añadir, que los planos estéticamente son impecables, fotográficos, en las que existe un dominio del equilibrio con una buena composición, y, a la vez movimiento, rotaciones, poco estatismo. Los actores cambian de sitio constantemente, a pesar del reducido espacio, nunca están quietos. Y el reparto, es indudablemente, un gran acierto, Jodie Foster, realiza una gran interpretación, que se ajusta perfectamente a su papel, aunque quizá, en algunos momentos sobreactúa. Por otra parte, Kate Winslet, comedida en el comienzo, pero cuando tiene que mostrar signos de que el alcohol ha invadido su cuerpo, no está tan convincente. Sin embargo, Christoph Waltz, más mordaz, adicto a su móvil, en él recaen las mejores frases de cinismo, y de humor negro. John C. Reilly, demuestra que es un gran actor, al que no se le ha dado los papeles adecuados, ni el protagonismo que merece.
Lo más interesante del film es cómo los personajes, a lo largo de los 79 minutos, y en tiempo real, evolucionan, se desinhiben. Unas veces, son hombres contra mujeres, al siguiente paso, son todos contra uno, y a los cinco minutos, se retuercen contra otro. Maravilloso el estudio sociológico al que nos lleva Polanski, viendo cómo cuatro personas son capaces de cambiar de bando, a cada tema.
Una obra maestra, una genial adaptación, una dirección medida, y que será digna de estudio. Se supera en cada película. Además, atentos al aleccionador final: Una moraleja, un gran epílogo, al filo de los títulos de crédito finales, da la última punzada, a lo que se nos ha contado.