Duración: 140 min. Director: Ridley Scott. Guión: Brian Helgeland (Historia: Brian Helgeland, Ethan Reiff, Cyrus Voris). Música: Marc Streitenfeld. Fotografía: John Mathieson. Reparto: Russell Crowe, Cate Blanchett, William Hurt, Max von Sydow, Mark Strong, Matthew Macfadyen, Danny Huston, Oscar Isaac, Eileen Atkins, Lea Seydoux, Mark Addy, Kevin Durand, Scott Grimes.
Inglaterra, siglo XIII. Robin, al servicio del rey Ricardo, lucha contra las tropas francesas. Cuando el rey muere, se traslada a Nottingham, ciudad gobernada por un “sheriff” corrupto, que exige impuestos desorbitados. Robin se enamorará de lady Marion, la cual desconfía de la verdadera motivación del cruzado de los bosques, quien reúne un grupo de mercenarios, para encabezar una rebelión que alterará el equilibrio del poder, hostigando a los representantes de la corona para corregir las injusticias y la corrupción.
Estamos ante otra película del fenómeno de las “precuelas”, intentar explicar antecedentes y orígenes de un personaje de ficción, con supuesta base histórica. La industria del cine, a falta de buenos guionistas y contadores de historias, recurre constantemente a reelaborar personajes que están muy “trillados”. En el caso de Robin Hood, tenemos múltiples exponentes de adaptación del personaje: “Robin de los bosques”, de Douglas Fairbanks (1922), y la homónima de Michael Curtiz (1938), con Errol Flyn. También hemos contemplado a Robin, como un zorro, gracias a la factoría Disney.
“Robin Hood”, es el nuevo trabajo de Ridley Scott, un director irregular, con grandes películas, (“Blade Runner” de 1982, o “Alien, el octavo pasajero” de 1979), y otras menos brillantes, (“El reino de los cielos” de 2005, o “Un buen año” de 2006).
En este caso, toca declive, dado que este film, aporta escenas de batalla, una trama más o menos dudosa y un refrito histórico. Asistimos a una adaptación de la historia, para mayor gloria de un personaje.
Cuando debería ser lo contrario.
Por otra parte, en este tipo de películas, existe algo así como una necesidad de parar la narración, con secuencias cercanas a un monólogo interior del protagonista, que no terminan de encajar. Con Robin, se ha intentado plasmar una personalidad más oscura que las acostumbradas de “leotardos y pluma en el gorro”. Robin es interpretado por Russell Crowe, quien resulta un poco mayor para representar a un joven aventurero. Como protagonista, Crowe, no brilla lo suficiente, ni transmite fuerza.
Por otro lado, Cate Blanchett, en el papel de Lady Marion, no parece ser la protagonista de las dos entregas de “Elizabeth”, ya que aparece bastante apagada en la pantalla.
Del resto del reparto, destacar las actuaciones de Max Von Sydow; y Oscar Isaac, como el caprichoso y neurótico príncipe Juan que logra un buen nivel.
La banda sonora de Marc Streitenfeld habitual del director, firma una música convencional, pero que funciona.
Para remate, el hecho de que se intente dejar abierta la posibilidad de una segunda parte, para conseguir el máximo rendimiento económico de la producción.
Una película entretenida, en fin, en la que el director ha pretendido atraer público, cuanto más, mejor, antes que ofrecer calidad, y ello resta una considerable fuerza al film.
Inglaterra, siglo XIII. Robin, al servicio del rey Ricardo, lucha contra las tropas francesas. Cuando el rey muere, se traslada a Nottingham, ciudad gobernada por un “sheriff” corrupto, que exige impuestos desorbitados. Robin se enamorará de lady Marion, la cual desconfía de la verdadera motivación del cruzado de los bosques, quien reúne un grupo de mercenarios, para encabezar una rebelión que alterará el equilibrio del poder, hostigando a los representantes de la corona para corregir las injusticias y la corrupción.
Estamos ante otra película del fenómeno de las “precuelas”, intentar explicar antecedentes y orígenes de un personaje de ficción, con supuesta base histórica. La industria del cine, a falta de buenos guionistas y contadores de historias, recurre constantemente a reelaborar personajes que están muy “trillados”. En el caso de Robin Hood, tenemos múltiples exponentes de adaptación del personaje: “Robin de los bosques”, de Douglas Fairbanks (1922), y la homónima de Michael Curtiz (1938), con Errol Flyn. También hemos contemplado a Robin, como un zorro, gracias a la factoría Disney.
“Robin Hood”, es el nuevo trabajo de Ridley Scott, un director irregular, con grandes películas, (“Blade Runner” de 1982, o “Alien, el octavo pasajero” de 1979), y otras menos brillantes, (“El reino de los cielos” de 2005, o “Un buen año” de 2006).
En este caso, toca declive, dado que este film, aporta escenas de batalla, una trama más o menos dudosa y un refrito histórico. Asistimos a una adaptación de la historia, para mayor gloria de un personaje.
Cuando debería ser lo contrario.
Por otra parte, en este tipo de películas, existe algo así como una necesidad de parar la narración, con secuencias cercanas a un monólogo interior del protagonista, que no terminan de encajar. Con Robin, se ha intentado plasmar una personalidad más oscura que las acostumbradas de “leotardos y pluma en el gorro”. Robin es interpretado por Russell Crowe, quien resulta un poco mayor para representar a un joven aventurero. Como protagonista, Crowe, no brilla lo suficiente, ni transmite fuerza.
Por otro lado, Cate Blanchett, en el papel de Lady Marion, no parece ser la protagonista de las dos entregas de “Elizabeth”, ya que aparece bastante apagada en la pantalla.
Del resto del reparto, destacar las actuaciones de Max Von Sydow; y Oscar Isaac, como el caprichoso y neurótico príncipe Juan que logra un buen nivel.
La banda sonora de Marc Streitenfeld habitual del director, firma una música convencional, pero que funciona.
Para remate, el hecho de que se intente dejar abierta la posibilidad de una segunda parte, para conseguir el máximo rendimiento económico de la producción.
Una película entretenida, en fin, en la que el director ha pretendido atraer público, cuanto más, mejor, antes que ofrecer calidad, y ello resta una considerable fuerza al film.