jueves, 11 de febrero de 2010
La carretera
La carretera (The Road, 2009)
Duración: 112 min. Director: John Hillcoat. Guión: Joe Penhall (Novela: Cormac McCarthy). Música: Nick Cave. Fotografía: Javier Aguirresarobe.Reparto: Viggo Mortensen, Kodi Smit-McPhee, Charlize Theron, Robert Duvall, Guy Pearce.
En un futuro, quizá no lejano, lo único que pudiera quedar, de lo que alguna vez fue nuestro planeta, es la inexistencia de vida es un terreno baldío. Ya no habrá más vida sobre la tierra, que la humana. Un padre, y su hijo, recorren ese panorama apocalíptico, sin saber cuál es su destino. El planeta, arrasado por un misterioso cataclismo, será el escenario para ellos. Viajan hacia la costa en busca de un lugar seguro, donde asentarse. Durante su travesía, se cruzarán con los pocos seres humanos que quedan, los cuales, se han vuelto locos, y se devoran los unos a los otros.
Están proliferando las películas apocalípticas, de grandes desastres, ya sean naturales, o bien provocados por la acción del hombre. En “La carretera” encontramos una buena adaptación de la novela ganadora del Premio Pulitzer de Cormac McCarthy, dirigida por John Hillcoat ("La propuesta" de 2005, en la que también utiliza otro libro de McCarthy), que convierte la novela en una road movie, con una estructura no convencional, pero que no le resta coherencia, ni fuerza.
La conjetura de lo que acaso quede, después de cualquier devastación, es ya, en sí mismo, un género cinematográfico. Desde la saga de “Mad Max“ (George Miller), pasando por “Hijos de los hombres” (Alfonso Cuarón), o “28 días después” (Danny Boyle), con las que este film comparte algunos parecidos. Sin embargo, en esta historia, sobrevuela siempre un cierto pesimismo, un tono de desaliento. Otros títulos, antes citados, aportan algo de esperanza, por mínima que fuera, aflorando, abriéndose paso al pesimismo, surgiendo de las tinieblas. En “La carretera”, no hay tregua. Se advierte un final predecible y sombrío: Todo irá a peor. Visualmente, es igual, por lo que destacamos la excepcional fotografía de Javier Aguirresarobe, que transmite desesperación, inquietud, con unos colores pálidos que envuelven al espectador, ante la perspectiva de que algún día podamos añorar los brillos y luces, en nuestro desolado mundo.
Los protagonistas, interpretados por Viggo Mortensen y Kodi Smit-McPhee, padre e hijo respectivamente, dotan de credibilidad a sus papeles, llegando a transmitir la complicidad propia de su parentesco y de las vivencias que marcan su destino. Logran que el espectador se emocione con sus sufrimientos y penurias. Charlize Theron realiza una interpretación anodina, sin matices. El veterano Robert Duvall (“El padrino”), cumple sobradamente su papel, e incluso eclipsa a Mortensen en algunos planos.
Hillcoat ha sacado partido al antagonismo entre el descrédito del padre, y la inocencia de su hijo, dónde la pérdida de fe, choca con la inocencia de un niño, que ve colores donde su padre sólo percibe negrura. Por último, una banda sonora diferente, y que en ocasiones, conlleva un cierto tono melodramático, pero con una calidad propia de su creador: Nick Cave. Una película muy recomendable.