jueves, 26 de julio de 2012

El dictador

El dictador (The Dictator, 2012)

Duración: 83 min. Director: Larry Charles. Guión: Sacha Baron Cohen, Alec Berg, David Mandel, Jeff Schaffer. Música: Erran Baron Cohen. Fotografía: Lawrence Sher. Reparto: Sacha Baron Cohen, Anna Faris, Ben Kingsley, Jason Mantzoukas, Bobby Lee, Anthony Mangano, Jeff Grossman, Megan Fox, John C. Reilly, Edward Norton.
El General Haffaz Aladeen, es un dictador capaz de arriesgar su vida para impedir que la democracia se establezca en el país. Oprime amorosamente y con cariño a su pueblo. País rico en petróleo, y muy aislado, el estado de Wadiya es gobernado por Aladeen, desde que éste tenía seis años, cuando fue nombrado Líder Supremo. Desde que accedió al poder absoluto, el consejero de confianza es su tío Tamir, quien ejerce de Jefe de la Policía Secreta, Jefe de Seguridad y Proveedor de Mujeres. Las Naciones Unidas han sancionado a Wadiya por sus armas de destrucción masiva, pero el dictador no permite inspeccionar su país. Tendrá que ir en persona, a defenderse, ante el Consejo de Seguridad, en Nueva York. Pero..., habrá un complot para acabar con él, y su poder.
 Sacha Baron Cohen es inagotable. Sus personajes surgen de una mente amparada en lo absurdo y en el disparate. Sin olvidar que siempre debe verse una crítica social muy severa. Comenzó con “Ali-G”, un personaje pandillero bastante peculiar, atacando la política inglesa. Luego, “Borat”, un falso documental que fue prohibido en bastantes países. En ese film se burló del sueño americano, el fanatismo, las religiones, el etnocentrismo… No se olvidó de ningún elemento de la sociedad americana. Después, “Bruno”, otro falso documental, en el que desató la ira de muchos sectores de la población, con el mismo planteamiento.
Ahora, “El dictador”. Una combinación pasada por el cristal del surrealismo, entre “Bananas” de W. Allen, y “Presidente por accidente” de Paul Mazursky, entre otros. Al estilo de Valle Inclán, en el que el esperpento deforma sistemáticamente la realidad, recarga sus rasgos grotescos y absurdos. Mezcla entre ironía y tragedia. Humor mediante algo obvio. Trágico, porque lo criticado, existe verdaderamente.
Baron Cohen: Impresionante. Despliega su repertorio de  muecas, gestos, y el menor sentido del ridículo, con escaso pudor, en su línea habitual. Y, una gran sorpresa, un actor de la talla de Ben Kingsley, aportando el tono serio y profesional, con una actuación extraordinaria, entre tanto bufón.
Una película, con una ráfaga de escenas y diálogos disparatados, que sólo pueden ser captados con sucesivos visionados, porque no da tregua, no hay descanso. Mucho mejor la versión original, para poder entender los juegos de palabras, que en su doblaje se han perdido. Sin embargo, siendo objetivos, este film es bastante menos efectivo, y carece de un hilo conductor sólido que lo sustente. La historia, en sí misma, es insulsa. Se queda en muchos golpes de risa, sin nada más. La dirección de Larry Charles, no es precisamente brillante, pero para este tipo de género, funciona bien. Baron Cohen, es su guionista. El espectador ya sabe a lo que va. Se le tolera, casi, cualquier cosa. Sólo por la escena del helicóptero, merece la pena ir al cine..., y reírse. Un film para verlo sin prejuicios, por su carácter cómico. Posee mucha crítica refinada e inteligente, bajo la burda apariencia que lo sostiene.

jueves, 19 de julio de 2012

Inmaduros

Inmaduros (Immaturi, 2011)
 
Duración: 108 min. Director: Paolo Genovese. Guión: Paolo Genovese. Música: Andrea Guerra. Fotografía: Fabrizio Lucci. Reparto: Raoul Bova, Barbora Bobulova, Ricky Memphis, Ambra Angiolini, Luca Bizzarri, Paolo Kessisoglu, Anita Caprioli, Giulia Michelini, Alessandro Tiberi, Daniela Virgilio, Luisa Ranieri, Giovanna Ralli, Maurizio Mattioli.
Giorgio, Lorenzo, Piero, Luisa, Virgilio, Francesca: Treintañeros con unas vidas normales… Hay quien aún vive en casa de sus padres, otros, están separados, algunos, tienen hijos... Todos ellos con brillantes carreras o vidas mediocres… Pero comparten una amistad nacida en el instituto. Ahora, el Ministerio de Educación, ha anulado su examen de “maturitá”, el equivalente italiano a la selectividad de nuestro país. Lo deberán repetir. Se reunirán para volver a estudiar, para repasar sus conocimientos..., y los años vividos. Deberán superar algunos conflictos todavía latentes entre ellos, descubrir la verdad, y volver a sentirse como unos adolescentes.  
Partimos de una cuestión imposible, un guión basado en una especie de “Mcguffin” cómico, el planteamiento de un punto de partida que luego no es lo relevante. Ni en la trama, ni en la evolución de los personajes. Sólo es el pretexto para que unos amigos vuelvan a compartir unos días, cuenten una historia divertida, plena de situaciones absurdas…, para intentar madurar. Porque, al final, los personajes, inmaduros en su inicio, toman las riendas de su existencia, fijan una finalidad a su vida, y se desligan, por fin, del “Peter Pan” que llevan dentro.
Paolo Genovese, (“La banda dei babbie natale” de 2010) ha escrito y dirigido este film con un ritmo creciente, con su toque habitual, el más absoluto absurdo de aquello que plantea el comienzo de la narración.
El cine europeo, salvo que cuente con buenos resultados de recaudación, no suele aterrizar en España. Algo parecido le pasó a “Intocable”. Así pues,  como nuestros cines no actualizan sus carteleras, salvo para las grandes producciones, esta película de 2011, se estrena ahora en nuestro país, cuando pronto estrenarán la segunda parte en Italia. En esta supuesta segunda parte, los siete protagonistas llevarán a cabo un viaje de estudios, que no llegaron a realizar en su día. Esperemos que la segunda "entrega" se corresponda con los planteamientos de la primera. Y que la podamos ver en el cine. Eso supondría que ha tenido éxito, y las productoras consideran que merece la pena ser exhibida.
En el reparto, Ricky Memphis, conocido por su papel en la serie televisiva “Distrito de policía”, que, en cuanto a interpretación, es el más solvente de todo el grupo. No hay que olvidar a Raoul Bova, muy convincente.
Un film para pasar un rato agradable, evadirse de los problemas, reírse de los clichés y estereotipos que abundan en el cine italiano, dado que la personalidad de los personajes y sus problemas, se tratan con bastante trivialidad o banalidad.

jueves, 12 de julio de 2012

Hysteria


Hysteria (2011)

Duración: 100 min. Director: Tanya Wexler. Guión: Stephen Dyer, Jonah Lisa Dyer. Música: Fotografía: Sean Bobbitt. Reparto: Hugh Dancy, Maggie Gyllenhaal, Felicity Jones, Rupert Everett, Anna Chancellor, Gemma Jones, Jonathan Pryce.
Inglaterra, finales del siglo XIX. Un joven doctor, con nuevos métodos, es despedido una y otra vez, de diferentes hospitales y consultas, chocando con una medicina tradicional, y anclada en remedios “caseros”, con escasa base científica. Sin embargo, la fortuna le sonríe, y obtiene una nueva oportunidad como ayudante de un doctor, especializado en la “Histeria femenina”. De su trabajo agotador como sanador de histeria, surge la idea de convertir un plumero, en un “consolador”, que hará las delicias del sexo femenino.
Las expectativas a la entrada de la sala de cine, eran mayores de lo que supondría la realidad, al finalizar la proyección. Algunos comentarios de producción la comparaban con el “Balneario de Battle Creek”, de Alan Parker. Ni de lejos... Quizá el único nexo de unión, sea la época histórica en la que transcurre. A este film, le falta, y esa es la realidad, lo que le sobra al “Balneario de Battle Creek: La ironía y sutileza, lo surrealista de algunas escenas, lo escatológico, o incluso la crítica mordaz sobre la época victoriana conservadora, que es, ante todo, hipócrita. “Hysteria”, se queda a medio camino. No termina de realizar ninguna crítica profunda; intenta construír un alegato sobre el feminismo, que queda insípido, sin contundencia. Ataca a la sociedad clasista, pero con tibieza. Y, al final, todo queda desdibujado y reducido a una simplona historia de amor. Lo único que salva el conjunto, son los momentos en que el joven médico atiende a sus pacientes. O las escenas geniales, en las que su amigo está experimentando con la tecnología de la época, entre ellas, el teléfono. Y por supuesto, el invento sexual. Echamos de menos, en esta película, un poco más de humor “gamberro”, con lo fácil que podía haber sido... Por el tema a tratar, por las situaciones a las que podía haberse enfrentado el protagonista... La directora, Tanya Wexler, (“Ball in the House”, 2001) ha conseguido reunir todos los tópicos posibles, cuando podía haber realizado un discurso mucho más contundente y sin concesiones al  final feliz, (“happy end”).
En el reparto, Hugh Dancy, solamente con presencia y juventud. Aunque parece un actor de televisión, con escasa profundidad, y una interpretación superficial. Jonathan Pryce, como el Dr. Robert Dalrymple, interpreta su personaje con brillante resultado. Rupert Everett, con un papel menor, se muestra muy creíble, llegando a dejar más huella que el propio protagonista. Maggie Gyllenhaal, desborda la pantalla. Con fuerza, resplandeciente..., aunque, en algunas ocasiones, sobreactuada. Felicity Jones, simplemente se limita a pasar por el film, sin brillar, ni destacar en ningún momento.
Mención especial para la banda sonora, que incluye nocturnos de Chopin, y música original de Gast Waltzing, con bellas melodías.
Una historia entretenida, con un intento de provocar, ironizar, pero se queda en un triunfo del amor, y no la rebeldía. Y dónde el sarcasmo podría haber sido mayor. Nada más que una producción algo mejor que la media de las que podemos encontrar en las salas de cine.

jueves, 5 de julio de 2012

Juan Luis Galiardo

Juan Luis Galiardo
(Cádiz, 1940 – Madrid, 2012)
Poco a poco, es inexorable, nos vamos quedando sin los grandes del cine. De Hollywood, y del cine español. Juan Luis Galiardo, ha fallecido a los 72 años. Tras estudiar diversas carreras, y relacionarse con la Escuela de Cinematografía, comenzó a apasionarse por el que sería su mundo: La interpretación. En el teatro, siempre apostó por los clásicos, entre los que se recuerda: “Seis personajes en busca de un autor”, de Pirandello, “El rey Lear”, de Shakespeare, “Comedias bárbaras” de Valle Inclán, o “El avaro”, de Molière. En los años sesenta se convirtió en uno de los galanes del cine español, por su presencia, y por una gran dosis de oficio. Fundó “Penélope Films”, productora de grandes títulos, que tenemos presentes en la memoria colectiva, como “El disputado voto del señor Cayo”…, y de series de televisión inmemorables como fue “Turno de oficio”. Esta serie reveló un actor madurado, y con posibilidades dramáticas antes no vistas, dado que siempre se había caracterizado por papeles más bien cómicos. Entre sus múltiples películas, “Madregilda” de 1993, “Pajarico” de 1997, “Adiós con el corazón” de 1999, “Lázaro de Tormes” de 2000, “El caballero Don Quijote”… Destacamos entre su gran filmografía la inolvidable “Familia”.
“Familia” (León de Aranoa, 1996)
Santiago, como todas las mañanas, después de levantarse, baja a la cocina, donde le espera toda la familia para felicitarlo: Es su cumpleaños. Todos le cantan el "Feliz cumpleaños", y él, comienza a abrir los regalos; cuando le toca el turno al de su hijo pequeño, se enfada y dice que no le gusta. El niño se echa a llorar y a decir que le quiere, pero Santiago no le cree y le suelta una frase sorprendente, que ningún padre del mundo diría jamás...
Aparentemente, una familia normal, pero… no del todo. Una dura reflexión sobre el ámbito familiar, las relaciones, la soledad, el abandono al que sometemos a nuestros mayores. Un manual de cómo funciona una familia, de los nexos que se establecen, y de la consideración de que la amistad, en muchas ocasiones, es mayor vínculo que compartir los mismo genes. Ser familiar, no garantiza una buena convivencia, ni tan siquiera el respeto o el cariño. La amistad, en muchos casos, garantiza más satisfacciones que la propia familia.
Buen guión, demostrando que se puede hacer cine sin grandes presupuestos, sólo con inteligencia, basándolo todo en interpretación y diálogos. Un primer film de Fernando León de Aranoa, sensacional, quien después realizaría títulos imprescindibles como “Barrio” o “Los lunes al sol”.
En el reparto, Juan Luis Galiardo, en uno de sus mejores papeles posiblemente, o cuando menos, uno en los que muestra múltiples matices, despliega todo su arsenal de buen actor, para convencer de su oficio y buen hacer.
Se nos ha ido un imprescindible de los teatros, de las series de televisión, y del cine español. Sea esta crónica un sentido homenaje a quien ha hecho reír y llorar, emocionar y hacernos creer en la profesionalidad de nuestro cine.