Hysteria (2011)
Duración: 100 min. Director:
Tanya Wexler. Guión: Stephen
Dyer, Jonah Lisa Dyer. Música: Fotografía: Sean Bobbitt. Reparto: Hugh
Dancy, Maggie Gyllenhaal, Felicity Jones, Rupert Everett, Anna Chancellor,
Gemma Jones, Jonathan Pryce.
Inglaterra, finales del siglo
XIX. Un joven doctor, con nuevos métodos, es despedido una y otra vez, de
diferentes hospitales y consultas, chocando con una medicina tradicional, y
anclada en remedios “caseros”, con escasa base científica. Sin embargo, la
fortuna le sonríe, y obtiene una nueva oportunidad como ayudante de un doctor,
especializado en la “Histeria femenina”. De su trabajo agotador como sanador de
histeria, surge la idea de convertir un plumero, en un “consolador”, que hará
las delicias del sexo femenino.
Las expectativas a la entrada de
la sala de cine, eran mayores de lo que supondría la realidad, al finalizar la
proyección. Algunos comentarios de producción la comparaban con el “Balneario
de Battle Creek”, de Alan Parker. Ni de lejos... Quizá el único nexo de unión,
sea la época histórica en la que transcurre. A este film, le falta, y esa es la
realidad, lo que le sobra al “Balneario de Battle Creek: La ironía y sutileza,
lo surrealista de algunas escenas, lo escatológico, o incluso la crítica mordaz
sobre la época victoriana conservadora, que es, ante todo, hipócrita.
“Hysteria”, se queda a medio camino. No termina de realizar ninguna crítica
profunda; intenta construír un alegato sobre el feminismo, que queda insípido,
sin contundencia. Ataca a la sociedad clasista, pero con tibieza. Y, al final,
todo queda desdibujado y reducido a una simplona historia de amor. Lo único que
salva el conjunto, son los momentos en que el joven médico atiende a sus
pacientes. O las escenas geniales, en las que su amigo está experimentando con
la tecnología de la época, entre ellas, el teléfono. Y por supuesto, el invento
sexual. Echamos de menos, en esta película, un poco más de humor “gamberro”,
con lo fácil que podía haber sido... Por el tema a tratar, por las situaciones
a las que podía haberse enfrentado el protagonista... La directora, Tanya
Wexler, (“Ball in the House”, 2001) ha conseguido reunir todos los tópicos
posibles, cuando podía haber realizado un discurso mucho más contundente y sin
concesiones al final feliz, (“happy
end”).
En el reparto, Hugh Dancy,
solamente con presencia y juventud. Aunque parece un actor de televisión, con
escasa profundidad, y una interpretación superficial. Jonathan Pryce, como el
Dr. Robert Dalrymple, interpreta su personaje con brillante resultado. Rupert
Everett, con un papel menor, se muestra muy creíble, llegando a dejar más
huella que el propio protagonista. Maggie Gyllenhaal, desborda la pantalla. Con
fuerza, resplandeciente..., aunque, en algunas ocasiones, sobreactuada.
Felicity Jones, simplemente se limita a pasar por el film, sin brillar, ni
destacar en ningún momento.
Mención especial para la banda
sonora, que incluye nocturnos de Chopin, y música original de Gast Waltzing,
con bellas melodías.
Una historia entretenida, con un
intento de provocar, ironizar, pero se queda en un triunfo del amor, y no la
rebeldía. Y dónde el sarcasmo podría haber sido mayor. Nada más que una
producción algo mejor que la media de las que podemos encontrar en las salas de
cine.