El legado de Bourne (The Bourne Legacy, 2012)
Duración: 135 min. Director:
Tony Gilroy. Guión: Tony Gilroy, Dan
Gilroy. Música: James Newton Howard.
Fotografía: Robert Elswit. Reparto: Jeremy Renner, Rachel Weisz,
Edward Norton, Joan Allen, Albert Finney, Oscar Isaac, Scott Glenn, Stacy
Keach, Corey Stoll.
Con Jason Bourne en mente, y como
punto de partida, Aaron Cross, es uno de los seis agentes secretos creados por
el programa Outcome, del Departamento de Defensa. Otro programa de creación de asesinos.
Sus agentes, no sólo han sido diseñados para asesinar, sino
para funcionar en solitario, en misiones altamente arriesgadas. Con un alto control
químico de sus emociones, comportamiento y aptitudes sensoriales. Sin embargo,
el programa Outcome, se convierte en un peligro, cuando la historia de Jason
Bourne pasa al dominio público. Las instancias superiores, eliminarán todos los
restos del proyecto. Aaron Cross, se convertirá en otro Bourne, perseguido por
aquellos que lo crearon.
Vuelta de tuerca a la saga
Bourne. Concluido el personaje de Jason Bourne, creíamos que no podría existir
continuación, o posibilidad de alargar la propuesta inicial. Pero, el guionista
y director Tony Gilroy, amplía y abre nuevas posibilidades, basándolo todo en el
universo interminable del escritor Robert Ludlum. Dirección al uso, con
alocados movimientos de cámara, tan de moda en el cine actual.
Este film, podría existir por sí
mismo, sin la necesidad de la “coletilla” Bourne. Pero, al incorporarla al
título, quizá le da mayor entidad, o una explicación previa, no del todo necesaria, para situar al espectador
en su contexto.
Siempre
que visionamos cualquier
película de esta saga, nos invade el miedo. Miedo a ver cómo un país, un
gobierno..., está por encima del bien y del mal. Pudiendo justificar
cualquier
situación, en pro de una supuesta seguridad nacional. Queda la sensación
de que
no tenemos ni idea de lo que las agencias de seguridad realizan con
nuestro
dinero. Absoluta libertad para mentir, encubrir, engañar..., y crear
falsas alertas, sólo para llevar a cabo sus acciones: Asesinar a
periodistas, activistas..., o a su propia
gente.
La verdad, es que no echamos de
menos a Matt Damon. Como protagonista, Jeremy Renner resulta soberbio, con indudables rasgos de
buen actor, en una película de acción incontrolada, donde no es requisito
aportar matices interpretativos. Pero, Renner, reviste de un aire, no tan frío, al
personaje. Con momentos en los que cuestiona absolutamente todo. Así, los
remordimientos atormentan su existencia. Rachel Weisz, aporta la parte femenina,
necesaria, como contrapunto, sin más elogios posibles. Edward Norton, pasable, en
un papel que ya hemos visto en otros films.
Un película, que, comparada con la
trilogía Bourne, puede parecer menor, aunque posee características propias muy
interesantes. Una buena relación narración/ritmo, con instantes que recuerdan a
las mejores escenas de “Terminator 2”, o cualquier prodcción de la saga Bond.
Dos horas de imágenes inteligentes, sin ninguna posibilidad de aburrimiento ni
de relajación. Incluso en los momentos de transición, se puede palpar la
tensión existente.