Headhunters (Hodejegerne, 2011)
Duración:
98 min. Director: Morten Tyldum. Guión: Lars Gudmestad, Ulf Ryberg
(Novela: Jo Nesbø). Música: Fotografía: John Andreas Andersen. Reparto: Aksel Hennie, Synnøve Macody Lund, Nikolaj
Coster-Waldau, Joachim Rafaelsen, Gunnar Skramstad Johnsen, Lars Skramstad
Johnsen, Signe Tynning, Baard Owe.
Roger es un reputado
cazatalentos noruego, que vive en una maravillosa casa de campo con su esposa
Diana. En realidad, está viviendo muy por encima de sus posibilidades… Si puede
mantener ese ritmo de vida, es gracias a que se dedica a robar obras de arte. En
la inauguración de una galería, su esposa le presenta a Clas Greve. Es el candidato
perfecto para un cargo de director general que está buscando, y propietario de una
pintura muy valiosa. Roger cree que le ha llegado la oportunidad de alcanzar
definitivamente la independencia económica, y comienza a planear el robo del
cuadro. Todo desembocará en una persecución y en una sucesión de
acontecimientos inesperados.
Un film que no ha hecho
ruido. No sabíamos de él, parecía invisible, no existía. Y, una noche, jugando
al descarte de la cartelera del cine, entre aquellas películas que uno se niega
a ver, y las que has visto ya, se encuentra con “Headhunter”. El cine noruego,
cuando acierta, lo hace de pleno. Buen ejemplo es ”Déjame entrar”, del director Tomas
Alfredson.
Una película
extraordinaria, mezcla de acción, robos, espías y la lucha por sobrevivir.
Personajes raros, al estilo de los hermanos Coen, en un “Fargo” nórdico.
Desfilan situaciones grotescas, con humor negro y abundante cinismo.
Guión
bien trazado, con
ritmo, ágil, giros insospechados, en los que el espectador no controla
lo que
sucede, y mucho menos puede imaginar qué está ocurriendo. Trampas de
guión
hasta para un espectador que crea haberlo visto todo, o piense que no es
fácil
engañarle. Y unos personajes bien definidos, con facetas, aristas y
dobles intenciones. Un mundo en el que aparentar y poseer una posición,
lo es todo. También contiene su dosis
de crítica, en la que cuestiona si acaparamos más de lo que necesitamos,
o
simplemente nos dejamos arrastrar por la corriente.
Notables
interpretaciones, tanto del protagonista, Aksel Hennie, que roza la perfección cuando
se le somete a límite, tanto en lo interpretativo, como en el aspecto físico. Y
un conocido Nikolaj Coster-Waldau, por su papel en la serie televisiva “Juego
de tronos”, que desborda la pantalla. Su sola presencia hace temblar al
espectador, aunque, en algunos momentos se excede en su caracterización de “villano”.
Espléndida dirección de
Morten Tyldum, (“Buddy”, 2003), que ha asimilado correctamente los cánones del
thriller americano, pero con la personalidad nórdica. Dirección fría, áspera,
pero que sabe poner todo en el lugar adecuado, y no dejarse arrastrar con
ligereza, en lo que sería más rentable visualmente: los artificios del cine de
Hollywood.
Una verdadera sorpresa,
de la que el cine americano tendrá a bien hacer una versión, suponemos, destrozando
su frescura y su potencia visual. Formidable película, recomendable para
aquellos que quieran recordar los buenos tiempos del cine negro, en los que, no
sólo es importante la acción, sino en los que un gesto, una mirada o una frase,
suponen la diferencia entre la verdad o la mentira.