El retrato de Dorian Gray (Dorian Gray, 2009)
Duración: 112 min. Director: Oliver Parker. Guión: Toby Finlay (Novela: Oscar Wilde). Música: Charlie Mole. Fotografía: Roger Pratt. Reparto: Ben Barnes, Colin Firth, Rebecca Hall, Rachel Hurd-Wood, Ben Chaplin, Emilia Fox, Caroline Goodall, Fiona Shaw, Maryam d'Abo, Douglas Henshall, Michael Culkin, Johnny Harris.
Dorian Gray, (Ben Barnes), es un atractivo aristócrata, que, habiendo heredado una fortuna, regresa a su Londres natal tras pasar la adolescencia aislado en el campo. Abrumado por la vida nocturna londinense, Dorian, se sumerge en ella de la mano de Lord Henry Wottom (Colin Firth), quien le muestra los lugares más recónditos y peculiares de la capital inglesa. Allí, pronto quedará seducido por el estilo de vida decadente de Wotton, ajeno a toda moral, al tiempo que comienza a obsesionarse con alcanzar la eterna juventud. Un retrato suyo pintado por un amigo , el artista Basil Hallward, (Ben Chaplin), se convertirá en un recordatorio palpable de sus graves faltas, con el paso del tiempo. A diferencia del resto de los mortales, el apuesto Dorian, permanece impasible al sucederse de los años y es el retrato, en cambio, el que envejece y asume su degradación física y moral…
Estamos ante la revisión de un clásico de la literatura, escrito por Óscar Wilde. En 1945, se realizó una excelente adaptación, en blanco y negro, con un pequeño toque de color al final de la misma, dirigida por Albert Lewin, ganadora de un premio de Hollywood, a la mejor fotografía.
El director, Oliver Parker, (“La importancia de llamarse Ernesto”, 2002), suele hacer uso de obras literarias como base para sus películas, y, en este caso, repite con Wilde. Entendemos que convierte el relato original, lleno de oscuridades, sombras, y un perfil psicológico, turbio y ególatra, en un cuento, que lo simplifica, con monstruos y fantasmas. Convierte las insinuaciones, en obviedades, en las que el sexo y las drogas forman parte de la vida del protagonista. El director ha contado con un buen guionista, que ha desaprovechado, Toby Finlay.
Se ha quedado fuera el tono filosófico, la trascendencia de la eternidad, y la sutileza, con un lenguaje excesivamente explícito, casi insultante, carece de matices, de sensibilidad, y apenas algún atisbo de verdadera reflexión.
El reparto, muy dudoso. Por una parte, el joven Ben Barnes, atractivo, aniñado, pero sin asomo de la malicia, personalidad, ni dobles intenciones que se requerían para esta historia. Sin embargo, el cínico Lord Henry Wotton, está deliciosamente interpretado por Colin Firth, (“La Joven de la Perla”, Peter Webber, del 2003).
Con todo, ha dotado a la película de un buen retrato de la época victoriana, aunque los intentos de oscilar entre el miedo, y el terror son más desafortunados.
Sin tener en cuenta los cambios drásticos, muy marcados en el final, personajes que no vienen a cuento, y otros tantos elementos que no son de la magnífica obra del genial Oscar Wilde.
Una película bastante correcta, apta para desconocedores del relato, entretenida, con una buena banda sonora, y con un cierto, o mejor, incierto, tratamiento teatral, en algunas ocasiones.
jueves, 17 de junio de 2010
jueves, 10 de junio de 2010
Sexo en Nueva York 2
Sexo en Nueva York 2 (Sex and the City 2, 2010)
Duración: 146 min. Director: Michael Patrick King. Guión: Michael Patrick King. Música: Varios. Fotografía: John Thomas. Reparto: Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Kristin Davis, Cynthia Nixon, Chris Noth, David Eigenberg, Evan Handler, Jason Lewis, Mario Cantone, Willie Garson, Miley Cyrus, Penélope Cruz, Max Ryan, Liza Minnelli, Gilles Marini.
Opulencia, trajes de Chanel y Dior... Todo gira en torno a la vida de recién casados de Carrie y Big (Chris Noth). Ellos, envueltos en un principio de rutina marital, ven como surgen esporádicas tentaciones, que pueden, ocasionalmente, arruinar su matrimonio. Charlotte, con dos niñas, va “apañándose” como mamá. Miranda cambia de carrera tras no soportar a su jefe, y Samantha propondrá un viaje a un exótico país.
Existe la creencia de que se puede hacer una película de una serie de televisión, y no perder la esencia. También, la industria del cine, considera que abusando del espectador, tiene licencia para una segunda parte. En cine, existe un dicho, “segundas partes, no son buenas”, salvo excepciones. Si existe una secuela, ante tanto atrevimiento, debe existir a la vez, un guión sólido que la justifique, que avale ese trabajo. En este caso, un escaparate de “modelitos”, y un “spot” publicitario, del país visitado por las protagonistas. Asistimos a una especie de maratón, con más de dos horas de inacabable despilfarro, y un "glamour" que roza lo hortera. Los problemas de estas mujeres, no lo son. En tiempos, podría parecer divertido contemplar a lo más selecto de New York, hoy, simplemente, es ridículo.
El director Michael Patrick King, ha explotado y exprimido al máximo este producto, antes serie de TV. Ha realizado un capítulo largo, que no va al grano, que se pierde, no sabe cómo arrancar, y cuando lo ha hecho, no termina de sacarle el jugo a estas cuatro neoyorkinas. Sin embargo, tiene mérito alargar y extender una idea obsoleta, que se basaba en romper tabúes: Mujeres hablando de sexo, sin tapujos, con libertad. Hoy, se suponen ampliamente superados estos complejos.
En el reparto, Sarah Jessica Parker (Carrie), con unos primeros planos que no disimulan su perfil nasal irregular. No está, ni mucho menos, como en las seis temporadas de la serie. No convence. Es más, llega a ser insoportable su neurosis, agobios personales, sin sentido e insignificantes, infantil y caprichosa. El papel de Samantha, Kim Cattrall, quizá brilla más, pero sus excesos sexuales, otrora irónicos e insinuados, ahora se convierten en “burradas” vulgares, en una falta de finura. Kristin Davis y Cynthia Nixon, ciertamente planas, salvo algún momento en el que asoma un ligero movimiento en la comisura de los labios, parecida a una sonrisa. Además, la aparición de Liza Minnelli y Penélope Cruz... (!).
Quizás es una película de mujeres..., y para mujeres... Quizás, al ser los únicos representantes del género masculino en la sala, no comprendiéramos algunas situaciones. Pero el sector femenino, a la salida del cine, tampoco estaba muy convencido del resultado de esta segunda parte. Las comedias ligeras, por regla general, no suelen pasar de los 90 minutos, dado que la trama se pierde y diluye, como en este caso, por el exceso de metraje.
Opulencia, trajes de Chanel y Dior... Todo gira en torno a la vida de recién casados de Carrie y Big (Chris Noth). Ellos, envueltos en un principio de rutina marital, ven como surgen esporádicas tentaciones, que pueden, ocasionalmente, arruinar su matrimonio. Charlotte, con dos niñas, va “apañándose” como mamá. Miranda cambia de carrera tras no soportar a su jefe, y Samantha propondrá un viaje a un exótico país.
Existe la creencia de que se puede hacer una película de una serie de televisión, y no perder la esencia. También, la industria del cine, considera que abusando del espectador, tiene licencia para una segunda parte. En cine, existe un dicho, “segundas partes, no son buenas”, salvo excepciones. Si existe una secuela, ante tanto atrevimiento, debe existir a la vez, un guión sólido que la justifique, que avale ese trabajo. En este caso, un escaparate de “modelitos”, y un “spot” publicitario, del país visitado por las protagonistas. Asistimos a una especie de maratón, con más de dos horas de inacabable despilfarro, y un "glamour" que roza lo hortera. Los problemas de estas mujeres, no lo son. En tiempos, podría parecer divertido contemplar a lo más selecto de New York, hoy, simplemente, es ridículo.
El director Michael Patrick King, ha explotado y exprimido al máximo este producto, antes serie de TV. Ha realizado un capítulo largo, que no va al grano, que se pierde, no sabe cómo arrancar, y cuando lo ha hecho, no termina de sacarle el jugo a estas cuatro neoyorkinas. Sin embargo, tiene mérito alargar y extender una idea obsoleta, que se basaba en romper tabúes: Mujeres hablando de sexo, sin tapujos, con libertad. Hoy, se suponen ampliamente superados estos complejos.
En el reparto, Sarah Jessica Parker (Carrie), con unos primeros planos que no disimulan su perfil nasal irregular. No está, ni mucho menos, como en las seis temporadas de la serie. No convence. Es más, llega a ser insoportable su neurosis, agobios personales, sin sentido e insignificantes, infantil y caprichosa. El papel de Samantha, Kim Cattrall, quizá brilla más, pero sus excesos sexuales, otrora irónicos e insinuados, ahora se convierten en “burradas” vulgares, en una falta de finura. Kristin Davis y Cynthia Nixon, ciertamente planas, salvo algún momento en el que asoma un ligero movimiento en la comisura de los labios, parecida a una sonrisa. Además, la aparición de Liza Minnelli y Penélope Cruz... (!).
Quizás es una película de mujeres..., y para mujeres... Quizás, al ser los únicos representantes del género masculino en la sala, no comprendiéramos algunas situaciones. Pero el sector femenino, a la salida del cine, tampoco estaba muy convencido del resultado de esta segunda parte. Las comedias ligeras, por regla general, no suelen pasar de los 90 minutos, dado que la trama se pierde y diluye, como en este caso, por el exceso de metraje.
jueves, 3 de junio de 2010
Two Lovers
Two Lovers (2008)
Duración: 100 min. Director: James Gray. Guión: James Gray, Ric Menello. Música: Varios. Fotografía: Joaquín Baca-Asay. Reparto: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini, Elias Koteas, Moni Moshonov.
Todo comienza en Brooklyn, donde Leonard, un joven con problemas emocionales, vuelve al hogar de su infancia, para reponerse, tras un intento de suicidio, de su última recaída.
Mientras trata de recuperarse, bajo la atenta mirada de sus preocupados padres, dos mujeres entrarán en su vida. Michelle, una bella y sensual vecina, con un halo de misterio que parece no encajar en el aburrido barrio donde vive Leonard, y la encantadora y sencilla Sandra, hija del nuevo socio de su padre. El amor de Leonard se debatirá entre la complicada y emotiva Michelle, y Sandra, la chica perfecta a ojos de su familia.
El director James Gray, quien se está forjando una sólida carrera cinematográfica, (“La noche es nuestra”, 2007), aborda una historia melodramática, con lirismo, pero rebosante de emoción. Un film que podría parecer romántico, y que, aparentemente se muestra amable, esconde un lado oscuro. Gray demuestra habilidad para cambiar de registro, como en este caso, pero se nota su fino estilo para relatar, con maestría y con una buena dirección de los actores, mostrando a un tiempo, cercanía y profundidad.
La puesta en escena denota melancolía, y un cierto ambiente desangelado, con tratamiento sugerente.
Película brillante, con un guión que firma el propio director, junto con un colaborador, Ric Menello, que se estrena con él en un film de altura.
Gray bien podría convertirse en un nuevo Coppola, si mejorara ciertos aspectos de la dirección, que parece que todavía se le van de las manos.
Salvando las distancias, recuerda a “Closer”, (2004), de Mike Nichols, con un planteamiento parecido: Amor, desamor, deseo, complacencia y amargura.
Joaquin Phoenix, (“Gladiator”, 2000, Ridley Scott), desarrolla un trabajo soberbio. Por fin un protagonista que lo es de verdad, que atrapa, engancha y es creíble. Una interpretación que transmite toda la desesperación, la incertidumbre, el desasosiego y la tristeza que requiere la historia.
Gwyneth Paltrow, belleza e inseguridad, en un extraordinario papel, que compensa otros títulos no tan acertados. Vinessa Shaw, está muy a la altura de las circunstancias.
Algo difícil con la gran presencia de Phoenix, y a pesar de poseer el papel más comprometido de toda la trama.
Amor y desidia, melancolía perpetua, desolación más difícil de asumir que las propias lágrimas.
Como Pablo Neruda decía: “Es tan corto el amor, y tan largo el olvido...”
Excepcional película: Unos actores que se desbordan en la pantalla, y, al final, un regusto amargo, que nos deja su huella, más allá de la la salida del cine.
Todo comienza en Brooklyn, donde Leonard, un joven con problemas emocionales, vuelve al hogar de su infancia, para reponerse, tras un intento de suicidio, de su última recaída.
Mientras trata de recuperarse, bajo la atenta mirada de sus preocupados padres, dos mujeres entrarán en su vida. Michelle, una bella y sensual vecina, con un halo de misterio que parece no encajar en el aburrido barrio donde vive Leonard, y la encantadora y sencilla Sandra, hija del nuevo socio de su padre. El amor de Leonard se debatirá entre la complicada y emotiva Michelle, y Sandra, la chica perfecta a ojos de su familia.
El director James Gray, quien se está forjando una sólida carrera cinematográfica, (“La noche es nuestra”, 2007), aborda una historia melodramática, con lirismo, pero rebosante de emoción. Un film que podría parecer romántico, y que, aparentemente se muestra amable, esconde un lado oscuro. Gray demuestra habilidad para cambiar de registro, como en este caso, pero se nota su fino estilo para relatar, con maestría y con una buena dirección de los actores, mostrando a un tiempo, cercanía y profundidad.
La puesta en escena denota melancolía, y un cierto ambiente desangelado, con tratamiento sugerente.
Película brillante, con un guión que firma el propio director, junto con un colaborador, Ric Menello, que se estrena con él en un film de altura.
Gray bien podría convertirse en un nuevo Coppola, si mejorara ciertos aspectos de la dirección, que parece que todavía se le van de las manos.
Salvando las distancias, recuerda a “Closer”, (2004), de Mike Nichols, con un planteamiento parecido: Amor, desamor, deseo, complacencia y amargura.
Joaquin Phoenix, (“Gladiator”, 2000, Ridley Scott), desarrolla un trabajo soberbio. Por fin un protagonista que lo es de verdad, que atrapa, engancha y es creíble. Una interpretación que transmite toda la desesperación, la incertidumbre, el desasosiego y la tristeza que requiere la historia.
Gwyneth Paltrow, belleza e inseguridad, en un extraordinario papel, que compensa otros títulos no tan acertados. Vinessa Shaw, está muy a la altura de las circunstancias.
Algo difícil con la gran presencia de Phoenix, y a pesar de poseer el papel más comprometido de toda la trama.
Amor y desidia, melancolía perpetua, desolación más difícil de asumir que las propias lágrimas.
Como Pablo Neruda decía: “Es tan corto el amor, y tan largo el olvido...”
Excepcional película: Unos actores que se desbordan en la pantalla, y, al final, un regusto amargo, que nos deja su huella, más allá de la la salida del cine.
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