Los descendientes (The Descendants, 2011)
Duración: 115 min. Director: Alexander Payne. Guión: Alexander Payne, Nat Faxon, Jim Rash (Novela: Kaui Hart Hemmings). Música: Varios. Fotografía: Phedon Papamichael. Reparto: George Clooney, Patricia Hastie, Judy Greer, Shailene Woodley, Matthew Lillard, Beau Bridges, Robert Forster, Mary Birdsong, Rob Huebel, Michael Ontkean, Troy Manandicm, Scott Morgan, Milt Kogan, Nick Krause.
Después del accidente sufrido por su mujer, Elizabeth, (Patricia Hastie), que la ha dejado en coma, Matt King, (George Clooney), descendiente de la aristocracia de Hawai, está a punto de vender junto a su familia, un gran terreno heredado desde hace generaciones. Intentará recuperar la relación con sus dos problemáticas hijas de 10 y 17 años. Finalmente, se impone un cambio de aires en sus vidas. Conjuntamente con ellas, se trasladarán a su residencia en Hawai. Matt mantendrá la esperanza de que las cosas se calmen y tratar de conseguir el amor perdido de sus descendientes.
El sorprendente director Alexander Payne, vuelve a la carga. Regresa con una película cómica, con momentos dramáticos, en la que, como es habitual en él, los diálogos se imponen a la carga visual. Lo importante para el director de “Entre copas”, (2004), es, sin duda, lo que les ocurre a los personajes, su día a día, con un planteamiento teatral, en el que cada frase está medida, y apuntilla cada instante dramático, con una sugerente ironía. Alexander Payne, ha sido comparado con Billy Wilder por su ingenio, igualando al genial Wilder en la facilidad para crear situaciones ridículas, surgidas de lo cotidiano, así como la espontaneidad con la que genera diálogos profundos, a la vez que irónicos. También recuerda a Jean Renoir, por el derroche de humanidad, donde la imperfección del ser humano es el germen para contar una historia. Por otra parte, el guión, del propio director, con sus habituales... acierta en la medida exacta de drama y comedia, equilibrando la balanza a cada paso, zigzagueando entre uno y otro género, con la mesura de quien es conocedor de la fórmula mágica de un guión, y del mecanismo de conexión con el espectador.
Geroge Clooney, sin duda, se muestra mejor actor cada día. En esta ocasión, Clooney, nos hace creer que su propio espíritu sufre, en una fusión con el personaje, expuesto en cada secuencia. Sin máscara, con una presencia arrolladora. Además, Clooney deseaba desde 2004 trabajar con este director, lo que ocurre es que Payne, prefiere actores algo desconocidos para sus papeles protagonistas, pero esta vez, la combinación resulta perfecta. Este film, además, por si fuera poco, nos descubre para la gran pantalla, a Shailene Woodley, una verdadera joya, en su interpretación de la hija del protagonista.
Un film con sensibilidad, que se clava en el pensamiento. Aunque los personajes puedan parecer lejanos a nuestro mundo, una clase alta con la que no nos identificamos, sus problemas, sí son los mismos que los nuestros. Una buena película, un buen director, y un gran actor George Clooney, en una interpretación excelente.