Intocable (Intouchables, 2011)
Duración: 109 min. Director: Olivier Nakache, Eric Toledano. Guión: Olivier Nakache, Eric Toledano. Música: Ludovico Einaudi. Fotografía: Mathieu Vadepied. Reparto: François Cluzet, Omar Sy, Anne Le Ny, Audrey Fleurot, Clotilde Mollet, Joséphine de Meaux, Alba Gaia Bellugi, Cyril Mendy, Christian Ameri, Marie-Laure Descoureaux, Gregoire Oestermann.
Philippe, un rico aristócrata, busca un asistente para que le ayude en la vida diaria, ser sus piernas y brazos, dado que es tetrapléjico. Contra pronóstico, y después de ver decenas de candidatos altamente cualificados, contrata a Driss, como asistente y cuidador, un joven procedente de un barrio de viviendas públicas, que ha salido recientemente de prisión… Supuestamente, la persona menos indicada para el trabajo. Juntos, van a mezclar la música clásica con “Earth, Wind & Fire”. Fusionar la elegancia, con los pantalones de chándal, jerga callejera con sofisticación léxica.
Dos mundos van a chocar, van a tener que entenderse mutuamente, y ayudarse. Ambos, van a aprender aspectos del otro, para dar lugar a una amistad sincera, más allá de la relación de trabajo.
Basada en hechos reales, los directores, Olivier Nakache y Eric Toledano, han hecho una comedia espectacular, divertida, y sin demasiadas ambiciones, pero efectiva, certera. Tratar la discapacidad, la integración social, la diferencia de clases, así, tal cual, integrarlo en una comedia, y no caer en resultados moralistas o sensibleros, parece complicado. Sin embargo, el hecho de que los directores y guionistas se fijaran en un documental, casi un cuento de hadas, lo hace todo más fácil. Además, contraponer a dos personajes tan distintos, tan extremos, y con tanta química en el film, nos hace recordar “Perfume de mujer”, o “La escapada” de Dino Risi, “Mi pie izquierdo” de Jim Sheridan, o la fantástica “Rainman” de Barry Levinson. Sin olvidar una banda sonora, muy cuidada, por Ludovico Einaudi.
El inmigrante negro que se convierte en cuidador, interpretado por el desconocido, y sin embargo buen actor, Omar Sy, cambia la perspectiva de todos aquellos que rodean al minusválido, y del propio inválido. Cambia el universo de todos, hasta que sus propios problemas le vendrán a buscar. La compasión se diluye, se transforma en un trato igualitario. Ha visto tanta marginación y miseria, que trata con indiferencia la tetraplejia de la persona que está a su cuidado, porque no le falta de nada, lo ha tenido todo, y pese a estar sentado en una silla de ruedas, va a seguir teniéndolo todo. El protagonista, se ha cansado de tanta adulación, condescendencia, compasión y delicadeza, busca que le traten como lo harían de verdad, sin pensar previamente en la silla de ruedas en la que vive. Interpretado por un gran François Cluzet, (“French Kiss” de Lawrence Kasdan, 1985), aporta sobriedad y dignidad al personaje, sin tratar de sobreactuar, ni de intentar suplir la falta de movimiento, con gestos, o singulares movimientos faciales.
Una película que ha batido, contra pronóstico, todas las marcas del cine francés, con millones de espectadores, y ampliando fronteras. Recomendable película, para disfrutar de dos personajes que se compenetran, y disfrutan de la vida, a pesar de las limitaciones de cada uno.