viernes, 25 de enero de 2013

Django desencadenado

Tarantino desmedido.


Django desencadenado (Django Unchained, 2012)

Duración: 165 min. Director: Quentin Tarantino. Guión:    Quentin Tarantino. Música: Varios. Fotografía: Robert Richardson. Reparto: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Samuel L. Jackson, Kerry Washington, Don Johnson, Walton Goggins, James Remar, Dennis Christopher, Michael Parks, Bruce Dern, Franco Nero, Jonah Hill, Tom Savini, M.C. Gainey, RZA, Todd Allen, James Russo, Tom Wopat, Misty Upham, Gerald McRaney, Cooper Huckabee, Laura Cayouette.

Dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz, un cazador de fugitivos alemán que  sigue la pista de unos asesinos, le promete al esclavo negro, Django, dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Terminado con éxito el trabajo, Django prefiere seguir al lado del alemán y ayudarle a capturar a los delincuentes más buscados del Sur. Se convierte así, en un experto cazador de recompensas, pero su único objetivo es rescatar a su esposa Broomhilda, a la que perdió por culpa del tráfico de esclavos. La búsqueda llevará a Django y a Schultz hasta Calvin Candie, el malvado propietario de la plantación "Candyland".

Tarantino, ha encontrado la forma de convertir cualquier género, en este caso el “Spaguetti western”, en un espéctaculo visual sin precedentes. Ya lo hizo con Malditos bastardos”, (cine bélico), y “Kill Bill”, (cine japonés). Creemos que desde la inolvidable “Sin perdón”, de Eastwood, no habíamos visto nada igual. Además, esto sumado a la potencia y tono gamberro de este director. 
Música: Algo que aquellos que hemos crecido a golpe de videoclip, con la MTV como si fuera nuestro evangelio, hemos encontrado en Tarantino al gurú, aquel que es capaz de sincronizar música e imagen como nadie, buscar entre miles de canciones, para dar con aquella que se ajusta al momento, y a la situación, por su letra y ritmo.

Si bien, esta vez, Tarantino ha sido más convencional en su planteamiento narrativo, le ha faltado  sutileza, dominar algo más el ritmo, y rematar sin tanta simplicidad. Pero, claro, en casi tres horas, es difícil hacerse con el tempo adecuado. Lo bueno es que no hay un solo instante para el aburrimiento. Cuando parece que no está contando nada, todo lo contrario. Tarantino, siempre afirma que realiza cine como si fuera una novela, aportando más información: pensamientos de los personajes, descripciones, colores, sensaciones, sonidos, diálogos absurdos, trivialidades…

Christoph Waltz, excepcional, no hay nada que poder objetar de este gran actor. Leonardo DiCaprio está madurando, ya no es un “niñato” guapo, comienza a ser un actor. Jamie Foxx, es más dudoso. El personaje no deja apreciar demasiado sus dotes como actor. Samuel L. Jackson, habitual del director, realiza un trabajo algo desmedido, aunque suponemos que esa sea la intención. Además, las divertidas apariciones de Don Johnson y Franco Nero.

Una película de tono épico: Mentor, héroe (aprendiz) y villano. El bien y el mal, la ambigüedad, o, el cambio de perspectiva ante esos planteamientos.

Tarantino ha absorbido a Ford, Kurosawa, Peckinpah y Eastwood; los ha mezclado en esta película, ha añadido música, su especial sentido de la imagen, sangre, violencia desmedida y una especial habilidad para analizar la naturaleza humana, y los mecanismos que la hacen funcionar. Combinar la violencia con los momentos cómicos, parodiar sin caer en lo soez, y pulverizar con sangre toda la pantalla, sin resultar desagradable. Intentamos ver el cine de Tarantino con lupa, sin dejarnos engatusar, analizarlo todo,  porque ya sabemos sus trucos…, y siempre nos engaña y atrapa, como si fuera la primera vez.