¡Buen provecho!
El festín de Babette
(Babettes gæstebud, 1987)
Duración: 102 min. Director: Gabriel Axel. Guión: Gabriel Axel (Cuento: Isak
Dinesen). Música: Per Norgard. Fotografía: Henning Kristiansen. Reparto: Stéphane Audran, Jean-Philipe Lafont, Gudmar
Wivesson, Jarl Kulle, Bibi Andersson, Bodil Kjer, Brigitte Federspiel, Lisbeth
Movin
1988: Globos
de oro: Nominada mejor película de habla no inglesa.
En el siglo
XIX, en una remota aldea de Dinamarca, dominada por el puritanismo, dos
ancianas hermanas, que han permanecido solteras, recuerdan con nostalgia su
lejana juventud y la rígida educación que las obligó a renunciar a la
felicidad. La aparición de Babette, que llega desde París, huyendo del Terror,
cambiará sus vidas. La recién llegada, tendrá pronto ocasión de corresponder a
la bondad y al calor con que fue acogida. Un premio de lotería, le permite
organizar una opulenta cena con los mejores platos y vinos de la gastronomía
francesa. Todos los vecinos aceptan la invitación, pero se ponen previamente de
acuerdo para no dar muestras de una satisfacción que sería pecaminosa. Pero,
poco a poco, en un ceremonial intenso y emotivo, van cediendo a los placeres de
la cocina francesa.
Pocas veces,
llegas al cine y pegas un salto al ver la cartelera. Uno va dispuesto a ver
algo nuevo, y se encuentra con esta película. Con motivo del 25º aniversario,
algunas salas de cine han decidido volver a exhibirla. Un gran acierto, aunque
sólo estuviéramos en la sala de cine, no más de tres personas.
Basada en un
cuento de Dinesen, esta intimista película, muestra una lección de humildad,
tanto en los medios que se utilizaron para realizarla, como la modestia que
transmiten los personajes, en la que la sumisión a rechazar los placeres
terrenales, se suple con una lección de humanismo. En todo caso, este film es
una fábula sobre la búsqueda del equilibrio personal, y la renuncia a las
pompas de la vida, más impuestas por la sociedad, que por la necesidad real de
las mismas.
Un excelente
prólogo, en forma de “flashback”, para introducir la verdadera historia, de la
que no entenderíamos nada sin ese preludio. Después, Babette, comprenderá que
puede ser feliz..., sin nada. Organizará un festín para agradecer encontrarse
consigo misma. En estas fechas de banquetes familiares, en los que nada puede
impedir que colmemos nuestras mesas con los manjares más suculentos, esta
película, genera envidia por tan magnífico y sofisticado banquete. Y más, ver a
sus protagonistas, aguantando el tipo estoicamente, sin mostrar ningún gesto de
satisfacción, dado que su creencia no les permite disfrutar de algo tan simple
como comer.
El cine
relacionado con la comida es un clásico, casi un subgénero, y este film un
referente clarísimo e imitado. Quizá, también sobre aspectos culinarios, o
sobre el simple hecho de paladear, encontramos: “Comer beber, amar” de Ang Lee,
“El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” de Peter Greenaway, o “El
discreto encanto de la burguesía” de Luis Buñuel.
Una película
convertida en clásico con el paso del tiempo, un goce para los sentidos, con la
belleza más pura.