London River (2009)
Duración: 87 min. Director: Rachid Bouchareb. Guión: Rachid Bouchareb, Olivier Lorelle, Zoé Galeron. Música: Armand Amar. Fotografía: Jérôme Alméras. Reparto: Brenda Blethyn, Sotigui Kouyate, Roschdy Zem, Sami Bouajila, Bernard Blancan, Marc Bayliss, Gareth Randall.
Premios 2009: Festival de Berlín: Mejor actor (Sotigui Kouyaté). Nominada al Oso de Oro.
En los días siguientes a los atentados terroristas de Londres, el 7 de julio de 2005, muchas personas en Inglaterra, y en el resto de Europa, están asustadas, ansiosas por tener noticias de sus seres queridos. “London River”, narra cómo unos padres desesperados buscan a sus hijos, después de los atentados. Por una parte, la señora Sommers, mujer tradicional, clasista, cristiana y viuda de un militar. Y por otra, Ousmane, un africano musulmán que vive en Francia. Aunque no se conocen, y ambos tienen diferencias religiosas, se verán unidos por una tragedia compartida. Juntos rastrearán la ciudad en busca de sus seres queridos, unidos por la esperanza de que sigan vivos.
El director, Rachid Bouchareb, (“Little Senegal”, 2001), utiliza una forma original de contarnos dos historias. Irremediablemente, sabemos que se cruzaran. De hecho, lo maravilloso del film, es contemplar la historia de uno de ellos, y descubrir, al otro, en un segundo plano. Así, podemos intuir, por dónde irá el desenlace. Pero, es la manera visual de presentar la historia, lo que la hace una buena película. Recurrir a la narración cruzada, es habitual, casi un género en sí mismo. Tenemos grandes ejemplos: “Vidas cruzadas”, (1993) de Robert Altman, o “Grand Canyon” (1990), de Lawrence Kasdan. Creemos que éste director ha tomado nota de sus maestros, aportando sutiles mejoras.
En cuanto al reparto, una magnífica Brenda Bleythn, ganadora del premio de la Academia de Hollywood por “Secretos y Mentiras” (Mike Leigh, 1996). Esta actriz, atrapa en la pantalla. Asombrosa, en un papel casi perfecto. Hace creíble cómo una inglesa cerrada, de provincias, descubre que existe mestizaje cultural en su país. Sotigue Kouyate, se coloca a la altura de su compañera de reparto, más contenido, preciso y sereno, con una mirada hipnótica, compensando algún “exceso” de Bleythn. Al principio, una antagónica propuesta, que parece imposible “cruzar” en el camino.
Atención especial a la música de Armand Amar, habitual de Costa Gavras (“Amen”, 2000), y últimamente del propio Bouchareb. Una música, heredera de Michael Nyman, contiene influencias espirituales y toques étnicos, que envuelven y arropan las secuencias.
Interesante película, quizá lo mejor de este verano, en la que afloran los sentimientos, sin llegar a la lágrima fácil, al melodrama simplón. Un film con un metraje mínimo. Esta cualidad sirve para que la trama no se desvanezca, logrando así la suficiente intensidad que hace posible el seguimiento de la historia. Realizada a partir de un guión sencillo, que no precisa de complejidad, parece una historia real que pudo acontecer en esos días.